Libros

Fue uno de los primeros libros que leí, lo tendría que volver a leer algún día, aunque por otro lado mejor que quede idealizado. Me encantan las novelas en las que el escritor se mete bien en la piel de un chico.


Así empieza:


Veníamos tomados de la mano, sin apuro ninguno, por la calle. Totoca venía enseñándome la vida. Y yo me sentía muy contento porque mi hermano mayor me llevaba de la mano, enseñándome cosas. Pero enseñándome las cosas fuera de casa. Porque en casa yo aprendía descubriendo cosas solo y haciendo cosas solo, claro que equivocándome, y acababa siempre llevando unas palmadas. Hasta hacía bastante poco tiempo nadie me pegaba. Pero después descubrieron todo y vivían diciendo que yo era un malvado, un diablo, un gato vagabundo de mal pelo. Yo no quería saber nada de eso. Si no estuviera en la calle comenzaría a cantar. Cantar sí que era lindo. Totoca sabía hacer algo más, aparte de cantar: silbar. Pero por más que lo imitase no me salía nada. El me dio ánimo diciendo que no importaba, que todavía no tenía boca de soplador. Pero como yo no podía cantar por fuera, comencé a cantar por dentro. Era raro, pero luego era lindo. Y estaba recordando una música que cantaba mamá cuando yo era muy pequeñito. Ella se quedaba en la pileta, con un trapo sujeto a la cabeza para resguardarse del sol. Llevaba un delantal que le cubría la barriga y se quedaba horas y horas, metiendo la mano en el agua, haciendo que el jabón se convirtiera en espuma. Después torcía la ropa e iba hasta la cuerda. Colgaba todo en ella y suspendía la caña. Hacía lo mismo con todas las ropas. Se ocupaba de lavar la ropa de la casa del doctor Faulhaber para ayudar en los gastos de la casa. Mamá era alta, delgada, pero muy linda. Tenía un color bien quemado y los cabellos negros y lisos. Cuando los dejaba sueltos le llegaban hasta la cintura. Pero lo lindo era cuando cantaba y yo me quedaba a su lado aprendiendo.

Marinero, marinero,
Marinero de amargura,
Por tu causa, marinero,
Bajaré a la sepultura. . .

Las olas golpeaban
Y en la arena se deslizaban,
Allá se fue el marinero
Que yo tanto amaba. . .

El amor de marinero
Es amor de media hora,
El navío leva anclas
Y él se va en esa hora...

Ajam, pero de quién es

Mi planta naranja lima, no lo nombré porque la chica de arriba lo había dicho y yo acoté en mi mensaje.

"El secreto" de Rhonda Byrne...

AHHHHHH

estoy leyendo Ultimos Fuegos de Alejandra Costamagna, es un libro de cuentos esta bastante bueno por el precio. lo compre a 8 mangos en una libreria de calle corrientes. jeje.

uhh si comprar libro sobre calle corrientes
yo una vez compré uno que se llama bajo el mismo sol

PEDAGOGIA DEL OPRIMIDO

PAULO FREIRE.

EDITORIAL SIGLO XXI


EXCELENTE!!

Sí, era un demonio Totoca. Y al pobre pendejo le vivían dando biadas.


Si te gustan libros así sobre guachos, leé Las tumbas. Es mucho más turbio, sobre un pendejo en los reformatorios de Buenos Aires.

Ahora estoy leyendo, BOTIN DE GUERRA.. de Julio Nosiglia.. lo compré el lunes en la fiesta del bicentenario, en el estand de abuelas.. la verdad, esta muy bueno.

Enrique Medina.

te/les dejo un pequeño fragmento que tenía en mi mail (aunque le saqué un par de partes):

Los primeros días mi problema básico era la comida. Bastante me costó acostumbrarme a guisos que parecían vómitos de borrachos Pero por más asco que le tuviera a la comida, el hambre me hacía pasarle el pancito al plato de aluminio. Les ahorrábamos trabajo a los ayudantes de cocina.
Sucedió que Palacio estornudó sobre mi guiso, presuntamente sin querer, y dejó un respetable gagajo en mi plato. Se disculpó de mentira. Yo descubrí una leve sonrisa en Gutierrez. Protesté débilmente y separé el plato de mi lugar. En seguida lo chapó Palacio:

- ¿No lo querés?
- ¡Y no! ¡Qué lo voy a querer si vos me escupiste la comida!

Vació el plato en el suyo y empezó a engullir. Le dió un poco a Gutierrez. Yo intuí algo raro y lo miré a Martinez, que estaba en una punta. Con la mirada me dijo : "Sos un boludo" y levantó las cejas.
Después me explicó. En la mesa no me podía decir nada porque habría quedado mal y le hubieran dicho alcahuete-maricón, y además él no tenía porqué meterse. No le gustaba pelear al pedo.
Pero ahora me avisaba que, si cada vez que me escupieran la comida me quedaba sin lastrar, me fuera nomás preparando el cajón porque moriría de hambre. Y que como la había aguantado piola-piola, ahora me tomarían de punto, asíq ue a la noche o, aramaba bronca, o me morfaba la comida con el pollo alguno.
Camino al comedor, El chino Vera me jorobaba:

- Che, ¿tenés mucha hambre? Hay un guiso de rico...

(... )

Cuano llegó el guiso comencé a morfar apurado y medio cubriéndome el plato con la mano del lado que lo tenía al Chino Vera. Todos se hacían los desentendidos hablando de cualquier cosa.
De pronto, siento que un pedazo de pan rebota en mi cabeza. Me volví para descubrir el agresor, ni loco iba a saberlo. Al volver a mi plato, en cuentro un flor de pollo adornando mi guiso. El escupitajo era bien verdoso. De nuevo me habían jodido.
Le dije al Negro que él era el jefe de mesa y que me dijera quién habia sido. El negro sonreía con los ojos bien redondos:

- Yo qué sé, pendejo. ¿O ahora querés que te cuide como a na nenita?

Dije que iba a llamar al celador para que los pusiera a todos en cana. El Negro se puso serio:

- Escucháme, berretita de mierda. Si lo llegás a llamar es que sos un mariconcito y entonces esta noche te agarran todos en el dormitorio y te rompen el alma y después te cojen. Y yo te cojo y te dejo una semana sin morfi. ¿Está claro?

La puta si estaba claro. Sonreía el Negrito hijo de puta, sonreía. Los demás gozaban el espectáculo. En seguida terció Martinez violentamente indicándome el camino a seguir:

- ¡Dejate de joder y morfate el guiso que no te vas a morir!

Amenacé algo para reponerme y guardar la compostura. Lo miré al chino Vera:

- Tarde o temprano le voy a romper el alma al que fue.

Ya me estaba pasando de guapo. Hubo algunos ¡Ay, cuidado! a lo mariquita, que ignoré olimpicamente. Fijé a los ojos en mi plato. Con el tenedor levanté un poco de guiso limpio y comí.
Toda la mesa estaba pendiente de lo que haría. Los ojos se me nublaron debido a una sensación de vómito que pude controlar. Como quien no le da importancia al asunnto, puse a un costado del plato el pollo, y lo demás, guiso y restos de pollo, lo revolví displecentemente.
El asunto consistía en pensar en otra cosa mientras tragaba. Pensé en cómo le destrozaría la jeta al Chino Vera. Lo veía en el suelo implorándome, retorciéndose, y yo gozoso y feliz me complacía en patearle la cabeza. La nariz se le quebraba. La punta de mi zapatos se le humdían como rayos en los ojos. Slataba en su jeta sangrante, con los dos talones, para que la parte más sólida de los zapatos, los tacos, pudiera reventarlo mejor. Por último me dediqué a su frente, quería que los sesos se desparramaran por el suelo y se mezclaran con el pus y la sangre, que le seguían saliendo por los oídos, que ya parecían cloacas. Vi tantos colores como nunca havía visto.
Lo logré.

- Tomá un poco de agua.

El Negro me llenaba el jarrito.

- Así son los machos... -me dijo.

Su sonrisa me agradó, sus ojos me miraron con respeto. Ya me había engullido todo el guiso. Me sentí orgulloso. Paré para darle un toque final a la cosa, chapé un cacho de pan y limpié bien el plato. Recién ahora me daba cuenta que me había morfado el pollito verdoso. Tuve que controlarme porque s no corría el riesgo de mandar a la mierda todo el teatro que estaba haciendo.
Agredecido, le dije al Negro:

-No estaba feo...

Con mis dientes miré a todos sabiendo que esta vez la cosa había sido empate y quizá, sin pecar de humilde, con un leve márgen de puntos a mi favor. Felicitaciones y palmadas de las mesas de al lado corroboraban lo que yo pensaba. Mis acciones subieron su cotización...

El Chino Vera comía haciéndose el desentendido. Matinez me guiñó un ojo cómplice. Tan contento estaba que era capaz de morfarme otra buena repetición. Desde ese momento tenía que empezar a volcar la cosa a mi favor...

Ahora me llamaban El pollo.

me cebé un poquito, pero vale la pena leer para ver de qué se trata y lo que puede pasar después.

Contratos Civiles y Comerciales - garrido/zago

Sábato!
Léanlo a Sábato!

Gardelito escribió:

Sábato!
Léanlo a Sábato!

q escribe Sabato amigo?
nunca lei nada

te recomiendo a Paulo Freire! "Pedagogia del oprimido" sobre todo.

Yo de Sábato leí El Túnel... no me pareció graaan libro, sobre todo creo que me caía muy mal y me desesperaba el personaje principal jaja

Las venas abiertas de América latina estoy leyendo ahora. Por ahora me parece bastante interesante. Igual recién lo empiezo...

Piky135 escribió:

Las venas abiertas de América latina estoy leyendo ahora. Por ahora me parece bastante interesante. Igual recién lo empiezo...

deja de leerlo ,te va a caermuy mal.

Gardelito escribió:

Sábato!
Léanlo a Sábato!

me gusta bastante lean La resistencia o Antes del fin


es muy pesimista